AÑORANZA
Y ¿dónde está aquel cariño
con retozos de gacela
y transparencias de niño?
¡Qué clara nuestra mirada!
¡qué frente dormida y viva!
¡qué calor, sin llamarada!
El roce de las mejillas
era de seda inconsútil
arropando maravillas.
Y el tacto de nuestras manos
brasas tenues de rubores
en subconscientes arcanos.
Las palabras, los suspiros...,
leve vuelo de jilguero
desorientado en sus giros.
Y en ansias de adolescente,
una impoluta blancura
de piel de nieve reciente.
Luz prestada de un lucero,
Angel que llega y que pasa,
ese es el amor primero.
El beso alerta y huido
con vergüenzas de pecado
y miedo a ser sorprendido,
tan difícil de guardar
clavado sobre candores
—mariposa singular—.
¡Cómo quedó en la añoranza,
sin apagarse en los valles
del tiempo y de la distancia!
¡Ay, dónde está aquel cariño
con retozos de gacela
y transparencias de niño!
Adelina Gurrea