ANTE UN ESPEJO
Ya que aprendes los gestos de la emoción
y su vaguedad en medio de otros dones,
ya que recuerdas y en los que recuerdas
eres préstamo vil, sólo bruma y polvo,
ya que conspiras y saludas y te nutres,
y hace tiempo aceptaste lo que pronto,
pronto serás aunque tal mudanza no desees,
ya que prosperas en tu validez de hombre,
considerate asimismo vacante y condenado,
hasta que doblando la rodilla encuentres
la encerrada, maliciosa tórtola del corazón.
Al ceñir su cabeza estarás libre y apresado
advirtiendo milagros en cada una de tus partes,
y entonces, más que en la razón
preferirás vivr con un temblor,
o una cinta dormida en la muñeca.
Alberto Girri