RETRATO
Se ignoraba a sí mismo,
firme, cerrado, recto,
y la luz lo asediaba
rebotando en su cuerpo.
No era de carne, que era
de ladrillos negros.
Era como un alto fuerte.
¿Quién habitaría dentro?
La luz que no podía
penetrar en su cuerpo
¿guardián de qué?—
lo abrazaba queriendo
ser humedad brillante
de sus muros sedientos.
Ni pájaros ni flechas
traspasaron su cuerpo.
Se ignoraba a sí mismo,
firme, cerrado, recto.
Manuel Altolaguirre