VII. 7 DE NOVIEMBRE (1912)
La noche en que estaba tendida —hoy hace diez meses— era la noche
última que iba a pasar en su casa, bajo nuestro techo acogedor.
¡En su casa, donde siempre había sido el alma, y la luz, y
todo! ¡En su casa, donde la adorábamos con la más
vieja, noble y merecida ternura; donde cuanto la rodeaba era suyo, afectuosamente suyo!
¡Y habría que echarla fuera al día siguiente!
Fuera, como a una intrusa... Fuera el pleno invierno, entre el
trágico sollozar de los cierzos. Y habría que alejarla de
nosotros como a una cosa impura, nefanda; ¡que esconderla en un
cajón enlutado y hermético!, y llevarla lejos, por el
campo llovido, por los barrizales infectos, para meterla en un agujero
sucio y glacial. ¡A ella, que había disfrutado por
más de diez años la blancura tibia de la mitad de mi
lecho! ¡A ella, que había tenido mi hombro viril y seguro
como almohada de su cabecita luminosa! ¡A ella, que vio mi
solicitud tutelar encendida siempre como una lámpara sobre su existencia!
¡Oh, Dios , dime si sabes de una más despiadada angustia,
y si no merezco ya que brille para mí tu misericordia!...
Amado Nervo
Este poema se omite en Poesías completas. Amado Nervo. Colección la Divina Locura. Editorial Teorema. Barcelona. 1982.
Incluido en Obras completas, Madrid, Aguilar, 1972 (Los Grandes Clásicos).