Eso que no se dice ni se canta
es sólo un nombre ¿acaso es un suspiro?
En la sangre celeste de un zafiro
tiene lugar, y tiempo, y voz levanta.
¿En qué número numen, qué garganta,
qué secreto feliz, a cuál retiro
donde sólo el suspiro de un suspiro
pase, te he de esconder, ventura tanta?
Si estas manos vacías ya están llenas
al pensar en tu ser —lecho de arenas
con que las aguas doran su camino—,
donde ponerlas, manos asombradas
de mostrarse desnudas al destino
y levantar al cielo llamaradas.
Carlos Pellicer
Incluido en Antología de la poesía mexicana del siglo XX. Carlos Pellicer