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HOGAR TRANQUILO

Atrás ruindad y engaños y falsía,
Que tan sólo en el mundo halláis asilo;
Quiero buscar la paz y la alegría,
Al calor de un hogar puro y tranquilo.

Do contemple la espléndida natura.
A donde quiera que la vista vuelva;
Abajo la extensión de la llanura,
Arriba la maraña de la selva.

Donde se escuche el mágico concento,
De secas hojas y sonoros trinos,
Y se inclinen movidas por el viento,
Las verdes ramas de los altos pinos.

Donde se mire cual plateada hebra,
Correr tranquila silenciosa fuente,
Cuyo limpio cristal, retuerce y quiebra.
El vago resplandor del sol poniente.

Donde haya un árbol que a las aves guarde,
Con bejucos del tronco suspendidos,
Donde lleven las brisas de la tarde.
Olor de flores y calor de nidos.

Y haya un jardín, de la casita adorno,
Do las rosas sus pétalos levanten,
Y jaulas suspendidas en contorno.
Donde las aves, prisioneras, canten.

Y se contemplen al caer el día,
Del rojo sol los rayos mortecinos,
Y se escuchen en vaga lejanía
Las notas de cantares campesinos.

Donde a través de liana trepadora,
Brille la luna, que el jardín platea,
Y se oiga la campana gemidora,
Que llama a orar en la vecina aldea.

Do al despertar, halaguen mis oídos,
Anunciando que llega la alborada,
Con los campestres y lejanos ruidos.
Las suaves notas de la orquesta alada.

Y al ostentar el sol su luz primera,
Se divisen el monte y la sabana,
A través de tupida enredadera.
Que cubre con sus brazos mi ventana.

Y se mire la faz grave y serena.
Del noble can, que con amor se inmola
Y que al mirarme agite su cadena,
Y alegre hata su encrespada cola.

                    * * *

En ese hogar de idílicos amores,
Donde se siente el alma omnipotente,
Y viven en consorcio, amor y flores,
Que perfuman el alma y el ambiente;

Cuando la vida para mi alma fuere
Reminiscencia dolorosa y vaga,
Y con el sol que en el ocaso muere
Compare mi existencia que se apaga;

Cuando ya débil el fulgor ardiente,
De mis ojos, sea pálido destello,
Y crucen las arrugas por mi frente,
Y se cubra de nieve mi cabello;

Iré diciendo adiós a la existencia,
Con majestuosa, con tranquila calma
Entre mis flores que me dan su esencia
Y los seres que amé con toda el alma.

Y cuando rompa de mi vida el hilo
El soplo de la muerte, que derrumba,
Quiero dormir junto a mi hogar tranquilo,
Bien cerca quiero mi tranquila tumba,

A la que den mis árboles añosos
La tosca cruz, que se alzará en mi lecho,
Mis flores, sus perfumes deliciosos,
Y mis bejucos, un abrazo estrecho.

autógrafo

Diego Uribe


Obras poéticas escogidas (1967)
Homenaje centenario nacimiento


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