Y pienso que la vida se me va con huida
inevitable y rápida, y me conturbo, y pienso
en mis horas lejanas, y me asalta un inmenso
afán de ser el de antes y desandar la vida.
¡Oh los pasos sin rumbo por la senda perdida,
los anhelos inútiles, el batallar intenso!
¿Cómo flotáis ahora, blancas nubes de incienso
quemado en los altares de una deidad mentida?
Páginas tersas, páginas de los libros, lecturas
de espejismos enfermos, de cuestiones oscuras...
¡Ay, lo que yo he leído! ¡Ay, lo que yo he soñado!...
Tristes noches de estéril meditación, quimera
que ofuscaste mi espíritu sin dejarme siquiera
mirar que iba la vida sonriendo a mi lado...
(¡Ay, lo que yo he leído! ¡Ay, lo que yo he soñado!)
Enrique González Martínez