UN RECUERDO DE ENTONCES
Te he esperado esta tarde como nunca he esperado
a ninguna mujer: yo era tan sólo
un pobre desgraciado que miraba el reloj.
Pasaban los segundos, los minutos, las horas.
Pero tú no llegabas.
Y no sabía qué hacer. Y a cada instante
me decía de nuevo que por fin llegarías.
Pero no, no has llegado.
Y ya es muy improbable que vengas. Se ha hecho tarde.
Cae la noche. Y aún miro
como un loco el reloj, pensando en ti, diciéndome
que esto no puede ser, que tal vez aún podría
suceder que llegaras.
Pero da igual: no vienes. Ya no vendrás.
Y sigo
esperándote aquí desesperadamente.
Lleno de amor, y de odio, y de tristeza.
Eloy Sánchez Rosillo