INVIERNO
Este silencio, en esta casa sola;
este balcón y el mundo de ahí afuera:
la lluvia, el frío y la desolación
de unas playas sin nadie, en una tarde
de mitad del invierno. Y yo, sentado
en la quietud del cuarto. Todo está
como engarzado a un equilibrio frágil,
que es a la vez bien firme. Apenas pienso.
Tan sólo miro y, a la vez, escucho:
rachas de viento y agua, agrios graznidos
de tantas gaviotas, el estruendo
persistente del mar que, aun enojado,
se afana sin desmayo en sus quehaceres.
Oigo también mi respirar; y casi,
con extrañeza grande de estar vivo,
mi propio corazón. Cuánto misterio
surge si suspendemos totalmente
cualquier actividad y nos abrimos
al ser que somos y a la realidad
que nuestro alrededor nos da con creces.
Cuánto misterio en esta casa sola,
en esta tarde, en mí que la contemplo,
en las horas que han ido oscureciéndose
y en la noche que llega.
Eloy Sánchez Rosillo