EL INVIERNO
El invierno está en mí. Ya no lo evito
y lo dejo acercarse. Hay que atenderlo,
escucharlo despacio, que nos cuente
sus historias tan viejas, que nos diga
con las limpias palabras de su idioma
una tarde de lluvia o de sol frío,
una noche con nieve, una mañana
gélida junto a un fuego que sus manos
—para que entremos en calor un poco—
encienden en el bosque con destreza
mientras nos habla. Y el desasosiego
que en principio uno siente ante sus formas
y el gesto de su rostro adusto y grave,
desaparece al ver cuánta ternura
y cuánto amor, lo mismo que cualquiera,
bajo su capa esconde.
Eloy Sánchez Rosillo