EL VALLE
Un valle como éste,
en el que existen el gorrión, la rosa,
los ríos y los árboles,
las nubes,
mayo y septiembre,
y el amor y la luz que en sus anchos dominios
a todos nos acogen, no puede ser que sea
triste valle de lágrimas,
por más que en nosotros prospere el llanto a veces
y aunque lloremos lágrimas de sangre,
o aun a pesar de que la muerte venga
—tan a regañadientes de nosotros—
a transformarnos sin contemplaciones
en redomas ya limpias,
en sustancia de Dios.
Eloy Sánchez Rosillo