SONETO XXXIII
A DON JUAN DE ARGUIJO
Ya sopla turbio el ábrego, ya hinchado
se encona sordo y turba el golfo Argío,
ya el aquilón arrebatado y frío
crece en montes las olas, ensañado.
Rómpense unas con otras y erizado
brama espantable el mar, lanzando impío
espumas contra el cielo, y tu navío
vacila entre las ondas, afanado.
¿Qué? Depón el temor, a humilde playa
Dios el que admiras piélago insolente
rindió, «y esta, le dijo, sea tu raya,
jamás de aquí con ambicioso antojo
oses pasar; aquí tu vanamente
espantosa hinchazón rompe y tu enojo».
Francisco de Medrano