SONETO VII
Lágrimas que salís regando el seno
Por vuestra antigua ejercitada vía,
Seguras del temor justo que había
A vos y a mis suspiros puesto el freno:
Creced en río tan profundo y lleno,
Cuanto el dolor que el alma esconde y cría,
Por ver sembrada la esparanza mía
En glorioso, mas áspero terreno:
Y aunque mil causas dolorosas mueven
El alma a tan amargo sentimiento,
Esta sola razón ha de causaros;
Mas tan preciosas lágrimas no deben
Perderse así, ni desparcirse al viento
Tan gloriosos suspiros y tan caros.
Francisco de Figueroa