A DON PEDRO ALBIZU CAMPOS
Maestro, si tú ves la inocencia vendida,
el veneno de paz destrozar nuestros huesos.
Si en el marasmo oculto que socava los besos
del mar ya no tenemos isla. Si en la vida
enhiestos están los rayos. Si la ley pervertida
nos persigue. Si el antro sepulta n uestros presos,
Maestro, agarra el látigo para morir con esos
consuelos que arrebatan la fruta prohibida
de aquella libertad que nos niega el tirano.
Desata, en vasta sombra, el inviolado arcano
en que moras. Y así, en enérgica lanza
de Quijote, subleva nuestra carne morosa.
Si queremos tocar un capullo de rosa,
primero el huracán ha de abrir la esperanza.
Francisco Matos Paoli