EL CASTIGO DEL AMOR
Revolando bullicioso
En los árboles de Gnido,
Amor asustó en mal hora
A Marte y Venus dormidos.
En vano el Dios intercede
Por el imprudente Niño;
Su Madre esta vez al menos
Resuelve darle castigo.
Con un cendal delicado
Vendarle los ojos quiso;
Pero sus ojos brillaban
Por entre el cándido lino.
Las tiernas alas le corta
Para tenerle sumiso;
Y otras plumas le nacían,
Y de colores más vivos.
Tentó con tallos de flores
Echarle a la planta grillos;
Pero las aves del cielo
Los tronchaban con el pico.
Impacientose la Diosa
Con la sonrisa del hijo,
Y en una dorada jaula
Dejó al infeliz cautivo.
Entonces fueron los llantos,
Que daba lástima oírlos;
Y a su reclamo acudió
La bandada de Amorcillos:
Desgajan unos la rama
De que estaba suspendido,
Y por romper sus prisiones
Luchan otros con ahínco...
Pero ya Venus y Marte,
Del bosque en lo más sombrío,
Nuevo lecho preparaban
Por el deleite mullido:
Enlazábanse sus brazos;
Se mezclaban sus suspiros;
Y de haberlos despertado
Gracias daban a Cupido.
Francisco Martínez de la Rosa