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ROMANCE

Lo que hay de nuevo en Granada,
señor licenciado ingenio
pues ya está rompido el nombre,
os lo diré como nuevo.
Después que la Inquisición
con su acostumbrado celo
mandó celebrar el auto
general, con gran apresto,
de que ya un gran papelón
habréis visto en el correo,
que ya que no puedan verle
podrán cantarle los ciegos,
pasados no aun quince días,
ni aun bien divorciado el pueblo
de tanto ilustre consorcio
otro vio más opulento,
sólo quisiera deciros,
por callarlo el arquitecto,
que no hubo algún castellano
que todos cruzados fueron.
Siguiose a tan grande triunfo
la fiesta del Sacramento,
porque con los que negaron
se viesen los que creyeron,
Y siendo más lo pasado
lo presente no fue menos
que Granada siempre es más
en tocándole a Misterio.
Para cinco horas de fiesta
comisarios cinco fueron
dos mil ducados por hora,
a doblas comprando el tiempo.
Veinticuatros don Francisco
Gómez, de Vago don Diego
don Melchor de Viecas, unidos
al paso de tanto peso.
Jurados Francisco León
conforme a tan grande empeño
con Alonso Toledano,
todos de gran lucimiento;
y bien que no sean muy ricos,
milagrosos parecieron
alumbrando en quince días
quince mil raros portentos,
con tanta riqueza y galas
que en la antigüedad mintieron
sin duda todos sus triunfos
comparados con el nuestro.
¡Oh eterna viva su fama
pues resucitan a eterno
vivir tan sagrada fiesta
que otros iban falleciendo!
Ciento desmontadas selvas
con tablas mil veces ciento
de los naufragios del vulgo
cuatro altares redimieron.
Con cien arrobas de clavos
áncoras constituyeron
y aunque no sois avestruz
tragar podréis tanto hierro.
Creed no puede la pluma
escribir cuanto pondero,
y que esta epístola está
graduada de Evangelio.
La Vivarrambla oprimía
el altar mayor Pigmeo
fuera con su altura Olimpo
y un punto en el pavimento.
De tan soberbia estructura
y tan altos pensamientos
que ya encelado sagrado
pareció escalar el cielo.
No sólo escalarle más
pareció habitar su centro
pues siendo un Misterio mudo,
hablaba muchos Misterios.
De estatuas muchos vestido,
de muy raros pulimentos
y preciosas colgaduras,
se repartía en tres cuerpos.
La ley natural vestía
sencillamente el primero
sin más ceremonias que
la sencillez de un cordero.
En el segundo la escrita
adornada de misterios
todo era sombras y luces
nada cerca, todo lejos.
Honraba la ley de Gracia
con mucha gracia el tercero
y con tantas cortesías
que era todo cumplimientos.
Y todo con tanto adorno,
tantas letras, tantos versos,
carteras, follajes, plumas,
que hacían dudoso lo cierto.
Tanto era el cúmulo hermoso
de los semblantes diversos
que en él se representaban,
que aun visto pareció incierto.
En parte al temple y al olio
y en parte tanto a lo fresco
que ardiendo la admiración
helada se quedó al verlo.
Un prodigio eran los otros
y de artificio tan diestro
que en nada erraron el blanco
tirándole a él acertero.
Todo el Parnaso y sus Musas
representaba el paseo
de la farsa harto más bellas
y harto más galanes ellos.
Todo fabuloso Dios,
pareció allí verdadero
en lo que representaba
el culto acompañamiento.
De tal esfera adornados
que con la alba se vistieron,
con el sol se pasearon,
y con la luna durmieron.
El pupilo era su autor
y si hay pupilo en el Cielo
bien dudarse puede dónde
tuvo el pupilo maestro.
Así en la plaza dos autos
representó y aunque nuevos
era de Madrid la glosa
pero de Granada el texto.
Por el delito de Gracia
el uno de magisterio
tan alto que la escritura
tenía toda en un dedo.
El triunfador de la muerte
el oro más plecentero
y tan claro que aun de noche
podían verle los ciegos.
Vestidos de tantas galas
que no sólo ardía modesto
el oro en las pedrerías
sino el sol en sus reflejos.
Danzas hubo de los diablos
y otras hubo de los cielos,
mas con tal correspondenda
que era un agradable infierno.
Eran un Abril las galas
tan florido, vario y bello
que en el ardor de las flores
Mayo fue todo el Invierno.
Mayo fue porque vestido
de luces se vio, hasta el yelo
en su ardor, aun la censura
quedándose fría al fuego.
La Tarasca y los Gigantes
deidades cultas mintieron
y bien que asombrando a todos
no alguno se hartó de verlos.
La procesión fue de esfera
tan luminosa, que es derto
mudó de esfera este día
a todos los venideros.
Con tanta música sacra
himnos tantos y tan tiernos
que humillando la alegría
elevaban el concepto.
Creed que Ciudad alguna
destos católicos reinos
no así esta fiesta celebra
ni con tal cultos pretextos.
Deciros las colgaduras
las riquezas, los aseos
de las calles y las plazas,
de los altares y templos;
la vanidad religiosa,
el público galanteo,
la ostentación sin quererla
y el aplauso sin quererlo.
El juicio sin juicio
de tanto concurso haciendo
resucitar mil memorias
de los que una aun no tuvieron.
La opulencia de los frutos,
variedad de condimentos,
multitud de aves y peces
volando en platos diversos.
Las nunca iguales bebidas,
el banquete manifiesto
que parecía un milagro
sin estar en el desierto.
Las nunca iguales riquezas,
las vajillas, los arreos,
la quietud, la vocería,
el andar y estarse quedos.
La variedad de hermosuras,
que ardían tantos inciensos,
que si no altares, el humo
quemaba muchos deseos.
Fuera querer escribirlo
cuando no escalar el viento,
arar el mar o los montes
correr con pasos ligeros.
Por ser todo tan al vivo
y de tan cultos compuestos
que sólo engañaba todo,
en parecer que era cierto.
Así la inquietud ociosa,
término puso al congreso
de tanta opulenta fiesta
traduciéndose a los templos.
Echose a dormir el sol
en tan grande fiesta viendo
no hacían falta las luces
para hacer el día eterno.
Substituyole la noche
atando a un dulce silencio
la inquietud común y el día
y todo pareció sueño.
Granada y veinte de junio
del año mil y seiscientos
y setenta y dos, don Trillo
amigo y servidor vuestro.

autógrafo

Francisco de Trillo y Figueroa


Francisco de Trillo

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