XXXVI
SENTIMIENTO DE CORNELIA, IMAGINÁNDOSE A VISTA DE LA ESCASA LUMBRE EN QUE POMPEYO ARDÍA
¿No basta, ingratos dioses, que esa lumbre
con resplandor cobarde abrigue aquellas
altas cenizas, sin que ardiendo en ellas
de vuestra ira esté la pesadumbre?
¿Por qué al grande Pompeyo la costumbre
aun del morir negáis? En mis querellas
no se encendieron más esas centellas,
que sólo son de un gran rigor vislumbre.
No me neguéis que en la cruel ribera,
que de él huyendo se disculpa en vano,
tenga mi esposo en mi doliente pira.
O a sus cenizas conceded siquiera,
el breve honor de una plebeya mano;
que harto han dichos sus glorias vuestra ira.
Francisco de Trillo y Figueroa