XLII
AL PROFETA JEREMÍAS
¡Oh cuánto, envuelta la sagrada lumbre,
esplendor manifiesta de tu celo!
¡Oh cuánto! Más ¿qué mucho, si a tu vuelo
de los cielos humilla la alta cumbre?
A las antiguas aras la costumbre
volviste del lucir, su honor al cielo.
Ya de tu fe lo diga sin recelo
la undosa de centellas muchedumbre.
Arder en llamas líquidas las ondas,
¿a quién no enseña convertirse en llanto,
que es la fe de un profundo sentimiento?
¿Qué importa pues que el fuego en agua escondas,
si aun el mar arderá mi pensamiento,
bebiendo siglos de dolor en tanto?
Francisco de Trillo y Figueroa