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A MI AMIGO D. NICOMEDES PASTOR DÍAZ
DESPUÉS DE HABER LEÍDO EL PRIMER VOLUMEN DE SUS COMPOSICIONES POÉTICAS 1

El Sol medroso del diciembre helado
Su postrer rayo pálido lanzaba,
Cuando a tu bella inspiración  ligado
                            Mi espíritu volaba:

Y en la ribera cántabra te vía
El arpa de oro en la agitada mano,
Soltar la voz que acompañar solía
                            Bramando el Oceano.

Voz que en el corazón un eco triste
Fiel repitió, de súbito pulsada
La dócil cuerda, que en el alma existe
                            Siempre al dolor templada.

Unas tras otras las calladas horas
Entre las sombras de la noche huían,
Y del sueño las alas tembladoras
                            Beleño sacudían.

E inclinada la frente temerosa
Sobre tu libro, con tenaz desvelo,
Miraba de tu negra mariposa
                            El fatídico vuelo.

De media noche en el solaz profundo,
Cuando se queja el ruiseñor amante,
Cuando respira aletargado el mundo,
                            Cual dormido gigante,

Aún yo velaba conmovida y sola,
Cual ave triste sin consorte y nido,
Tal vez llorando la eclipsada aureola
                            Del ángel  ¡ay! caído.

Y al despuntar la aurora en el Oriente,
Tan rica de cambiantes y colores,
Preferí de tu luna  refulgente
                            Los nítidos albores.

¡Cuántas profundas, grandes emociones
Que en lo interior del corazón dormían,
De tu arpa triste a los sentidos sones
                            Súbitas me oprimían!...

¡Cantor de la inocencia! Blancas flores
Un ángel mezcle a tu laurel sublime,
Que tu mano al laúd de los amores
                            No impuro sello imprime.

Vuelve, vuelve a soltar la voz sonora,
Ora cantes la vida  ora la muerte;
Leve o profusa, dulce o tronadora,
                            Vaga, flébil o fuerte;

¡Suelta, suelta la voz! ora tu acento
Del corazón revele los dolores,
Ora suspire como dulce aliento
                            Del aura entre las flores.

Amor, tristeza, júbilo, ternura,
La dulce paz y la esperanza inquieta,
Los misterios del alma y de natura...
                            ¡Todo es para el poeta!

Que en el mar de la vida inquieto, en calma,
Do quier fortuna su bajel impela,
Para todos los vientos en su alma
                            Se desplega una vela.

Deja las almas enervadas, frías,
Aletárganse en infecundo tedio,2
Y en crapulosas lúbricas orgías,
                            Demandar eI remedio.

En alas de tu genio sublimado,
Deja la tierra los espacios hiende,
Y en entusiasmo férvido y sagrado
                            Tu corazón enciende.

No mide, no la altura amedrentada
El águila real, si emprende el vuelo,
Fija en el Sol la impávida mirada
                            ¡Y piérdese en el cielo!

1841 3

autógrafo

Gertrudis Gómez de Avellaneda


1 Todas las palabras que constan marcadas con letra bastardilla son títulos de composiciones del señor Pastor Díaz.

2 En Poesías de la excelentísima señora... (1850)  se altera este verso:   Aletárganse en infecundo tedio,

3 En Poesías de la excelentísima señora... (1850)  se data en Diciembre de 1840.


«Poesías de la señorita Dª Gertrudis Gómez de Avellaneda» (1841)

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