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A UN AMIGO
ENCARGADO POR LA DIRECCIÓN DE UN PERIÓDICO DE LA CRÍTICA DE UNA COMEDIA.

          Sátira

¡Cómo! ¿tan gran perturbación te asedia,
Por qué te ordenan con rigor y prisa
Juicio crítico  hacer de una comedia?

¡Por Dios que al ver a tu ánima indecisa
En trance tal, (perdona si te enfado),
Cualquiera puede reventar de risa.

Imaginas, tal vez, pecho cuitado,
Que para censurar una obra de arte
Has menester de un gusto delicado?

¿Qué talento tampoco ha de faltarte,
Ni juicio, ni instrucción, ni orden que guíe
A ver y a examinar parte por parte?

Juro si piensas tal que me desvíe
Para siempre de ti, como de un zote,
Por más que tierna tu amistad porfíe.

¿Hay por ventura estulto monigote,
Ignorante rapaz, coplero oscuro,
Que por cosa tan nimia se alborote?

¿Hay quién no sepa dar un golpe duro
Aun a la misma virginal Talia,
Con fuerte brazo y corazón seguro?

Si no lo emprendes tú, por vida mía
Que no sin cascabel quedará el gato,
Y su pena tendrá tu cobardía:

Pues no has de ver expuesto tu retrato
En baratillos mil, ni en gacetillas
Te han de llamar ilustre literato.

Para crear de ingenio maravillas,
Desvélense Gallegos  y Quintanas,
Y Harlzembusches, Bretones  y Zorrillas.

Tú, sin recurso de las nueve hermanas,
Si esa tu indigna timidez sacudes,
Nombre a la par de sus ingenios ganas.

Y trabaje Rubí, que sin que sudes
Para agradar, con su feliz constancia,
Que te has de ver más popular no dudes.

¡Eh, dispón el papel! Poco en sustancia
Te conviene decir: moja la pluma,
Y comienza a escribir con arrogancia.

«Juicio crítico»: ¡Bien! ¡como la espuma
Tu gloria va a crecer! —¿Mas qué diremos?
—Para empezar y terminar, en suma

Basta elegir entre los dos extremos,
Y exclamar: —«¡la comedia es un dislate!»
O —«h¡ay en ella do quier rasgos supremos!»

Lo primero es mejor: loar a un vate
Que adquiere gloria y acumula plata,
Es, yo lo afirmo, insigne disparate.

Otra cosa ha de ser cuando se trata
De inofensivo autor, o gente nuestra...
¿Quién a los suyos con rigor maltrata?

Mas para caso tal, nula es tu diestra:
La juzga bien el que escribió la obra,
Y sus mismos elogios das por muestra.

Mas miro que renace tu zozobra:
¿Qué mosca te picó? Dilo, y escribe,
Que para meditar tiempo te sobra.

—Quiero saber si el juicio se suscribe.
—¿El juicio  suscribir?... Loco te creo:
¿Quién duda igual sin delirar concibe?

Muy atrasado estás, por lo que veo,
De la crítica que hay en nuestra España;
O es que naciste para ser pigmeo.

No se firma jamás, cuando con saña
Se le zurra a un autor, que capaz fuera
De contestar con fabuleja extraña.

¿Zapatero?... —¡Cabal! Mas la parlera
Fama, divulga el recatado nombre
Por la voz de una turba vocinglera.

Esa turba es de amigos; no te asombre:
Ellos dirán: —«la crítica es sublime:
La hizo fulano». Y cátate grande hombre.

¿Qué te habrá de importar que desestime
Tu censura el autor; que docta gente
Exclamé con dolor —¡y esto se imprime!

Tú no por eso abatirás la frente,
Y el vulgo que verá tu aire triunfante
Acatará tu fallo reverente.

—Mas lo habré de fundar. —¡Calla ignorante!
¿A qué viene pensar en fundamento
Si tu edificio debe ser flotante?

¡Es mala la comedia! Aquí está el cuento.
Es mala, y basta... porque yo lo digo:
Estilo pobre pésimo argumento!

El público aplaudió... —Mas dime, y sigo:
¿He de afirmar que el público se engaña?
¿Del voto general me haré enemigo?

—No; pero puedes deslizar con maña,
Que llenaba el local una pandilla
De amigos del autor, o que en España

El mostrarse cortés no es maravilla,
Y que a esta condicion, tan oportuna,
Alto triunfo debió mísera obrilla.

Puedes decir también que allá en su cuna
Tuvo el autor benéfica influencia
De alguna estrella, o de la misma luna:

Mas que en medio de todo es en su esencia
Un zopenco, un estúpido, un ilota,
Que solo alcanza de agradar la ciencia.

—¡No es poco, por mi vida! Pero nota
Que solo comenzado el juicio tengo.
—Pues no habrás de añadir ni aun una jota.

Bueno está como está; yo lo sostengo:
No hay para que meternos en hondura:
Lo esencial dicho está y a ello me atengo.

Eso de analizar empresa es dura,
Y nadie, por San Pedro, criticara,
Si exigiese razones la censura.

Si saber demandase, cosa es clara
Que tanto parlanchín folletinista
Temblara al comenzar, de pies a cara.

Mas por milagro un Diario se conquista
La pluma de algún crítico discreto,
Y siempre encuentra a la ignorancia lista.

Ella le saca del perenne aprieto,
Y hora mime al autor, hora le zurre,
Nunca el arte infeliz halla respeto.

Si sesudo lector rabia ose aburre
Del necio elogio, o torpe vituperio,
Otro por diversión a ellos recurre.

Y ni estólidos faltan, que al criterio
Del intruso censor la frente inclinen,
Por ejercer de su eco el ministerio.

Corre pues, ¡vive Dios! no te acoquinen
Los descontentos que do quier pululan:
Mas los necios serán que te apadrinen.

Adula o pega a tu placer: circulan,
Buenos o malos, los escritos todos
Que en las activas prensas se acumulan.

Nuestro siglo feliz por varios modos
Protege a los audaces, y aun levanta
A muchos ¡ay! que estaban entre lodos.

Así nuestra cultura se adelanta,
Y a fe que los quejosos escritores
Se divierten también en gresca tanta;

Que ya indulgencia encuentren, ya rigores,
Del oso bailarín hacen recuerdo,
Y al escuchar dicterios o loores
Saben si es mono el que los dice, o cerdo.

Marzo de 1850

autógrafo

Gertrudis Gómez de Avellaneda


«Poesías de la excelentísima señora Dª Gertrudis Gómez de Avellaneda» (1850)

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