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IDILIO PRIMERO
ANFRISO A BELISA

                  I

  Del Betis recostado
sobre la verde orilla,
así el pastor Anfriso
se lamentaba un día,
culpando los desprecios
de la crüel Belisa:

  —Permita el justo cielo,
desapiadada ninfa,
que en la aflicción que lloro
te vea yo algún día;
permitan de los dioses
las siempre justas iras
que con tu llanto y quejas
consuele yo las mías.

  Cuando de aquél que adoras,
mofada y ofendida,
te quejes a los cielos,
los montes y las silvas;
cuando tu rostro ingrato
descubra la ruina
de los rabiosos celos,
de las celosas iras;
y cuando de tus ojos
las luces homicidas
cuidados oscurezcan,
pesares y vigilias,
y del contino llanto
las mire yo marchitas;
entonces, solazada,
la triste ánima mía
olvidará sus penas,
sus males y sus cuitas;
entonces el llanto ardiente
que hoy riega mis mejillas,
a vista de tu llanto
convertiráse en risa;
entonces las angustias
que el corazón me atristan,
las ansias que le aquejan,
los celos que le aguijan,
se trocarán en gusto,
consuelo y alegría.

                  II

  En vano te deleitas
al ver el llanto mío,
crüel Belisa. En vano
celebras mis suspiros.

  De lágrimas ardientes
mi rostro humedecido,
con las vigilias flaco,
con el dolor marchito,
tu liviandad arguye,
reprende tus caprichos,
y al mundo entero grita
tu infamia y tu delito.

  Estos que en mi semblante
ves de dolor indicios,
no son exequias tristes
hechas a un bien perdido,
ni son a tu hermosura
tributos ofrecidos:
de tu perfidia sólo
son argumento fijo,
horror de tus engaños,
baldón de mis delirios.

  No lloro tus rigores,
ni siento haber perdido
correspondencias falsas,
favores fementidos;
de mi ceguedad sólo
y mis engaños gimo;
lloro a un ingrato numen
los hechos sacrificios,
y el exhalado incienso
sobre un altar indigno;
lloro el recuerdo infame
del cautiverio antiguo,
y el peso vergonzoso
de los llevados grillos.

  En mi memoria triste
revuelvo de contino
obsequios mal pagados,
desdenes mal sufridos,
pospuestas y olvidadas
finezas y suspiros.
  Pero, Belisa, en vano
te agrada el llanto mío.
Amor, que ya me mira
con ojos compasivos,
mil veces reprendiendo
mis lágrimas, me dijo:
-Nada en perderla pierdes,
¿por qué lloras, mezquino?

                  III

  Ya, gracias a los dioses,
Belisa, estoy contento;
ya está mi rostro alegre,
mis ojos ya están secos.

  Aquel cuitado Anfriso,
que en el pasado tiempo
en pos de tus encantos
corría sin sosiego;
aquél que en tu semblante
buscaba iluso y necio
delicias engañosas,
mentidos pasatiempos;
aquél que en tus dos ojos
hallaba dos luceros,
mil perlas en tu boca,
mil flores en tu seno;
ya sin amor, sin susto,
sin ansias ni deseos,
lejos de ti o contigo,
tranquilo está y sereno.

  Si al paso de los suyos
salen tus ojos bellos,
ni su color se muda,
ni pierde su sosiego,
ni el corazón le avisa
del ya pasado incendio.

  Sobre los mismos labios
que en el antiguo tiempo
sólo formar sabían
querellas y lamentos,
residen ya los chistes,
la risa y el contento,
las sazonadas burlas,
los dichos placenteros.
Sus ojos deslumbrados,
que antes el dios pequeño
cerró con tierna mano
del mundo a los objetos,
dejándolos ¡oh cruda!
para ti sola abiertos,
hoy llenos de alegría,
vivaces y traviesos,
siguen el dulce hechizo
de mil semblantes bellos,
y de otros bellos ojos
beben el dulce incendio:
que ni los turba el llanto,
ni ofuscan los desvelos.

                  IV

  Belisa, al fin los cielos
de mí se han apiadado:
tú lloras y te afliges,
yo estoy alegre y canto.

  Al que antes, engañado,
favoreciste tanto,
ya con dolientes voces
el nombre das de ingrato.

  Por él tu amor sin seso
rompió los dulces lazos
que mi inocente cuello
uncían a tu carro.

  Por él abandonaste mi fe,
mi amor, mi llanto,
tu honor y tu decoro,
con engañoso trato.
Por él, en fin violaste
mil juramentos santos,
rompiste mil promesas,
forjaste mil engaños.

  Ahora, despreciada,
derramas llanto amargo:
pues llora, injusta, llora,
que Anfriso está vengado.

autógrafo

Gaspar Melchor de Jovellanos


Idilios

inglés Translated by James Kennedy

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Obras Completas. Tomo I. Edición de José Miguel Caso González. Centro de Estudios del siglo XVIII e Ilustre Ayuntamiento de Gijón. 1984