RÍO TURBIO
3) FASCINACIÓN
No con semen de eyacular sino con semen de escribir
le digo a la paloma: —ábrete, paloma, y
se abre; —recíbeme,
y me recibe, erecto
y pertinaz, ahí mismo volamos
inacabables hasta más allá del Génesis
setenta veces siete, y así
vaciado el sentido: —«Vuestra soy
gime con gemido en su éxtasis, para vos nací,
¿que mandáis hacer de mí?». Ciego
de su olor, beso entonces un aroma
que no olí en mujer: —«Guárdame
—irrumpo arterial— esta leche de dragón
hasta la Resurrección en la tersura
de tu figura de piel, clítoris
y más clítoris en el frenesí
de la Especie. No haya mortaja
entre nosotros».
A lo que la posesa: —«Ay, cuerpo,
quien fuera eternamente cuerpo, tacto
de ti, liturgia
y lascivia de ti y el beso
corriera como huracán y yo fuera el beso
de mujer para aullarte
loba de mí, Río
Turbio abajo hasta la Antártica, loca
como soy, zumbido del príncipe».
De histeria y polvo, amor,
fuimos hechos, uno lee
ocioso en maya, en sánscrito las estrellas; ¡uno!
¿de qué escribe uno? —«Dínoslo
de una vez Teresa de Avila, Virginia
Woolf, Emily mía
Brónte de un páramo
a otro, Frida mutilada
que andas volando por ahí, ¿de qué
escribe uno?»
Chillán de Chile, a trece de febrero, 1996.
Gonzalo Rojas