anterior   aleatorio / random   autor / author   inicio / home   siguiente / next

¿POR QUÉ NO DECIRLO?

¿Si tú no te ofendes? ¿Por qué no decirlo?
Escucha en la vega montuosa, del mirlo
Que gime, el reclamo.
Mi voz a tu oído, más blanda resuene
Y el arpa vibrante sus cuerdas estrene
Diciendo: ¡te amo!

Te amo, sí, adoro tu augusta hermosura;
En tí no hallo mancha, tu frente es más pura
Que el velo que labras;
En ella reflejan los nobles instintos;
Tus manos colmadas están de jacintos,
De miel tus palabras.

¡Por qué no me es dado decirte, mi vida
No fue de pasiones jamás combatida,
Tu imagen que adoro
Fue en mi alma el origen de un culto sentido,
Sin que haya otro nombre robado al olvido
La musa que imploro!

Mas ¡ah! que gastada mi loca existencia
Perdió en sus delirios la paz, la inocencia
Que hoy llora anhelante.
¡Perfume del alma serena y sencilla!
¡Dulcísimo vino, que el vaso de arcilla
Derrama espumante!

Guirnaldas que ornaron mi pálida frente
Ya están deshojadas, nublose mi oriente
De sombra importuna;
Tú sola fulguras en medio a sus nieblas,
Cual brilla en el ara de un templo en tinieblas
Filtrando la luna.

Ingenua, modesta, más tierna que un niño,
Lo sé, no merezco tu dulce cariño.
Tus castos favores;
La fuente sellada que cerca el ganado
Y el mirto, no es mío, ni el huerto cerrado
De místicas flores.

¡Qué dicha la vida beber en su aroma!...
Mas huye las sirtes la blanca paloma
Que arrulla en las palmas;
Al menos mis ojos contemplen su vuelo,
Y un día sus alas encumbren al cielo
Un ángel—dos almas.

29 de Mayo de 1663.

autógrafo

Carlos Guido y Spano


«Hojas al viento» (1879)

subir / top   poema aleatorio   siguiente / next   anterior / previous   aumentar tamaño letra / font size increase   reducir tamaño letra / font size decrease