LEJANA
II
En el sueño de la tarde
muere el cantar melancólico.
Tus manos en el teclado
despiertan un sueño de oro.
Yo pienso: «Tus labios nunca
serán míos» , y en el fondo
sereno de mi tristeza
pasa un vuelo de abandono.
El viento oscuro dispersa
las hojas. Vierte el Otoño
sobre los campos dormidos
su silencio milagroso.
Juan Guzmán Cruchaga