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CANCIÓN
A LA CONQUISTA DE ORÁN

Ahora es tiempo, Euterpe, que templemos
El arco y cuerdas, y de nuestro canto,
Se oiga la voz por todo el hemisferio.
Las vencedoras sienes coronemos
Del sagrado laurel al que es espanto,
Del infiel Mauritano, al Marte Ibero.
¿Ya para cuándo quiero
Los himnos de alegría y las canciones,
Premio no vil que al coro de las nueve
A las fatigas debe;
Y al valor de esforzados corazones?
¿Para cuándo estará, musas, guardado
Aquel furor que bebe
Con las ondas suavísimas mezclado,
De la castalia fuente, el labio solo,
De quien tuvo al nacer propicio a Apolo?

Una selva, de pinos y de abetes
Cubrió la mar, angosta a tanta quilla.
Para henchir tanta vela faltó viento.
De flándulas el aire y gallardetes
Popblado, divisó desde la orilla,
Pálido el africano y sin aliento.
Del húmedo elemento,
Dividiendo los líquidos cristales;
Y blandiendo Neptuno el gran tridente.
Alzó airado la frente
De ovas coronada y de corales.
¿Quién me agobia con tanta pesadumbre
La espada? ¿Hay quien intente
Poner tal vez, en nueva servidumbre
Mi libre Imperio? O ¿por ventura alguno
Me lo quiere usurpar? ¿No soy Neptuno?

Así decía el dios. Las españolas
Proas en tanto del undoso seno
Iban cortando la salada espuma.
Humildes retirábanse las olas;
Céfiro, por el cielo, ya sereno,
Batía en torno, su ligera pluma.
¿A dónde irá la suma
De tanto alado pino? ¿Hay otro mundo
Que el español intrépido someta?
¿Hay otro que acometa
Riesgos por el océano profundo?
¿Si es que el soberbio inglés moverá guerra
O si verá otra vez la Etnisia tierra?
¿Adónde ha de ir, si no es donde le llama,
La Santa fe, la verdadera fama?

Estremeciose el africano suelo,
Y temblaron de Orán torres y almenas,
Del formidable vencedor a vista;
En vano a la mezquita erróneo celo
Trae madres y esposas, de horror llenas,
A rogar que Mahoma las asista.
No hay poder que resista
Al ímpetu y ardor del león de España,
Que vino, vio y venció; y el agareno
Probó, de susto lleno,
A un tiempo amago y golpe de su saña,
Cual suele ver, no sin mortal desmayo,
Rasgarse en ronco trueno
Las pardas nubes, y abortar el rayo,
El pasmado pastor, y todo junto
Arder cielo y encina a un mismo punto.

Reconocen los bárbaros adarves
El ya noto pendón que se enarbola
Con armas de Castilla y celtiberas;
Gimen de pena y rabia los alarbes ,
Al ver que el viento plácido tremola
Con respeto la cruz de las banderas.
De escuadras lisonjeras,
De alados paraninfos cortejada,
Entra la Fe triunfante por las puertas,
Ahora de nuevo abiertas
Por el celo de España y por su espada.
Huye del Alcorán el falso rito,
Y abandona desiertas
Las mezquitas infames; y bendito
El lugar profanado y templo inculto,
Vuélvese a consagrar en mejor culto.

Estas ¡oh noble España! son tus artes:
A l cielo dirigir guerras y paces,
Pelear y vencer sólo por Cristo.
Del orbe entero y a las cuatro partes,
Siempre invencibles, discurrir tus haces
Por la sagrada religión han visto.
Por ti, desde Calisto
Hasta el opuesto polo, en trecho inmenso,
A l verdadero Dios el indio adora,
Y el que en la tierra mora
Donde al cruel Plutón se daba incienso.
Por ti del Evangelio arrebolada,
Con mejor luz la aurora
Del Gánges sale; por ti da la entrada
A nuestra fe la más remota playa
Del Japón, de la China y de Cambaya.

Por ti, de hoy más, el bárbaro numida,
El de Getulia y el feroz masilo
Dejarán l a impía secta y ritos vanos;
Renacerán a más felice vida
Cuantos habitan entre Lixo y Nilo
Abrazando la ley de los cristianos;
Con tratos más humanos
El togado español pondrá sus leyes
Entonces al morisco vasallaje,
Y parias y homenaje
Recibirá de los vencidos reyes.
La piedad, el valor, la verdadera
Virtud y el nuevo traje
Aprenderá la Libia prisionera;
Y sabiendo imitar, sin otra cosa,
Su misma esclavitud la hará dichosa.

Sulcará el industrioso comerciante
El libre mar Tirreno y el Egeo,
Sin temor de mazmorra o de grillete.
¿Si diré lo que mandas que ahora cante,
¡Oh Febo! o dejaré que lo que veo
Claro en la edad futura otro interprete?
E l andaluz jinete
Beberá del Cedrón , el santo muro
Libertado será, y el fiel devoto
Podrá cumplir su voto ,
De tiranos insultos ya seguro.
Tendrá la España , más que un tiempo Roma,
De su imperio en el coto,
El marfil indio y el sabeo aroma
Para las aras y el sagrado fuego :
Ven, oh dichosa edad, pero ven luego .

De tu antiguo valor así no olvides
Los ilustres ejemplos, patria mía,
Lejos del ocio y de extranjera pompa;
Ame el fuerte mancebo armas y lides,
Y en vez de afeminada melodía,
Guste sólo del parche y de la trompa.
Ambos ijares rompa
Con la espuela el bridón; con pecho fuerte.
Entre polvo, humo y fuego a verse aprenda,
Y por la brecha ascienda
A buscar y vencer la misma muerte;
O aprenda a domeñar del mar la furia,
O a moderar la rienda
Del gobierno político en la curia,
Dejando en guerra y paz clara memoria:
Así se sube al templo de la gloria.

Pues ya tanto tu vuelo se remonta,
Canción, ligera y pronta,
Ve de Orán a la playa,
Y allá también contigo al campo vaya
Este aplauso primero;
Y di en mi nombre al vencedor ibero,
Que si por dicha tanto
Como ya su valor puede mi canto,
Sin que el tiempo o la envidia al fin lo estorbe,
Será eterna su fama en todo el orbe.



Ignacio de Luzán


Ignacio de Luzán

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