LAS BODAS VIENESAS
En la casa de las bagatelas,
vi un mágico verde de rostro cenceño,
y las cincidelas
vistosas le cubren la barba de sueño.
Dos infantes oblongos deliran
y al cielo levantan sus rápidas manos,
y dos rubias gigantes suspiran,
y el coro preludian cretinos ancianos.
Que es la hora de la maravilla;
la música rompe de canes y leones
y bajo chinesca pantalla amarilla
se tuercen guineos con sus acordeones.
Y al compás de los címbalos suaves,
del hijo del Rino comienzan las bodas;
con sus basquiñas enormes y graves
preséntase mustias las primeras beodas.
Y margraves de añeja Germania,
y el rútilo extraño de blonda melena,
y llega con flores azules de insanía
la bárbara y dulce princesa de Viena.
Y al dulzor de las virgíneas camelias
van pos del cortejo la banda macrobia,
y rígidas, fuertes, las tías Amelias;
y luego cojeando, cojeando la novia,
la luz de Varsovia.
Y en la racha que sube a los techos
Se pierden, al punto, las mudas señales,
Y al compás alegre de enanos deshechos
Se elevan divinos los cantos nupciales.
Y en la bruma de la pesadilla
Se ahogan luceros azules y raros,
Y, al punto, se extiende como nubecilla
El mago misterio de los ojos claros.
José María Eguren