EL USO DE LA LIBERTAD
«¡Viva la libertad!» Así gritaban
juntos con recia voz por largo rato,
al verse libres de su duro encierro,
una marmota, un gato,
un colorín y un perro,
que antes en un cortijo suspiraban,
víctimas del poder y los caprichos
de un labrador aficionado a bichos.
—¿Qué se hace, compañeros?,
preguntó el colorín, pues es costumbre
de bestias a la vez y caballeros
que el promotor de las cuestiones sea
la cabeza más ruin de la asamblea.
Yo, prosiguió diciendo muy ufano,
puesto que terminó la servidumbre,
y en ella me enseñaban vanos sones,
quiero desde hoy con ellos al tirano
silbar, y confundirle a maldiciones.
—Yo, dijo la marmota,
buscaré un agujero
para dormir en él un año entero.
—Aquí, el gato exclamó, según se nota,
por los collados hay y los ejidos
multitud de conejos y de nidos:
ya que se me presenta buena traza,
contrabandista me hago de la caza.
—Yo, prorrumpió sagaz el perdiguero,
como que libre y suelto bien me lamo,
voy libremente a ver si encuentro un amo.
¡De tan indigno modo
Empleó la cuadrilla emancipada
la libertad dulcísima anhelada!
Para las almas nobles ella es todo;
para egoístas, nada.
Juan Eugenio Hartzenbusch