ESTUDIANDO
En la sala anatómica desierta,
Desnudo y casto, de belleza rara,
El cuerpo yace de la virgen muerta,
Como Venus tendida sobre el ara.
Lánguido apoya la gentil cabeza
Del duro mármol en la plancha lisa,
Entreabiertos los ojos con tristeza,
En los labios cuajada una sonrisa.
Y desprendida de la sien severa,
Del hombro haciendo torneado lecho,
Viene a cubrir la suelta cabellera
Las ya rígidas combas de su pecho.
Más que muerta, dormida me parece;
Pero hay en ella contracción de frío;
Es que al morir el cuerpo se estremece
Cuando siente el contacto del vacío.
Mas yo que he sido de la ciencia avaro,
Que busco siempre la verdad desnuda,
A estudiar aquel libro me preparo,
Interrogando a la materia muda.
Al cadáver me acerco: en la mejilla
Brilla y tiembla una lágrima luciente;
¡Un cadáver que llora!... mi cuchilla
No romperá su corazón doliente.
Del estudio me olvido, y me conmueve
Tanto esa gota silenciosa y yerta,
Que los raudales de mi llanto en breve
Se juntan con el llanto de la muerta.
Joaquín González Camargo