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LOLA Y DOLORES

                        I

Del viejo hospital sombrío,
En una anchurosa sala,
Junto al balcón de la calle,
En la mal provista cama
Está la enferma Dolores,
Está tísica y se acaba;
Quince años apenas cuenta,
Y es bella aunque descarnada;

En una luz de otro mundo
Todo su cuerpo se baña;
Y flota sobre la vida
Como una neblina vaga;
Ya sólo es una penumbra
Que tiembla y se desbarata;
Ya suenan tras de las nubes
Los ecos de sus palabras.

Del hospital frente a frente
Hay una casa pintada,
Nido de la hermosa Lola,
De su belleza y su gracia.
Lola, que tiene quince años
Y una peregrina cara;
Como la música, alegre,
Fresca como flor del alba,
Cantando pasa la vida,
Riendo la vida pasa,
Entre blancos cortinajes,
Entre floreros y jaulas.

Yo me voy todas las tardes
Del hospital a la sala,
Por visitar a la enferma
Y sonreír con la sana;
Porque tenemos coloquios
De mi balcón a su casa,
De suspiros y de señas
De sonrisas y palabras,
Y en un vaivén continuado
Ponemos nuestras dos almas.

                        II

Llegué una tarde a mi enferma,
La pulsé, estaba muy mala.
—«¿Me moriré?» preguntome
Con voz triste y apagada.
Queriendo leer en mis ojos
Lo que ocultar deseara;
Y sus lágrimas calientes
En mis manos goteaban.
—«Estará mejor muy pronto»,
Le contesté sin tardanza,
Y levantamos al cielo,
Sin querer, nuestras miradas.
Luego al balcón asomeme
A sonreír con mi dama;
Pero ésta me hizo un mohín
Entre risueña y huraña,
Y se entró (no sin mirarme)
Entonando una romanza;
Y mientras tanto Dolores,
Mirándome, sollozaba;
Y del sol el postrer rayo
Se quebró en su frente pálida.

Del hospital los salones
El médico visitaba,
Seguido de sus discípulos
En la siguiente mañana.
De Dolores basta el lecho
Llegó la visita sabia;
Los últimos resplandores,
Reflejos vagos de su alma,
Como luz de fuego fatuo
Brillaban en su mirada,
Y en mí se fijaron luego
Como diciéndome «Gracias»;
Sus párpados se cerraron...
Se sintió ruido de alas.
De mi mano con el dorso
Enjugué furtiva lágrima.
Siguió la grave visita,
Y al pasar por la ventana,
Sentí músicas enfrente
Y ruido y algazara;
Vi salir para la Iglesia
A Lola, que se casaba.

Joaquín González Camargo


«Poesías» (1889)

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