ODA XVII
DONDE HALLÉ AL AMOR
De mi donosa al lado,
Seguía de amor ciego
De sus amables ojos
El dulce movimiento.
Que ora en llamas vivaces
Centellaban inquietos,
Y cual rayos agudos
Traspasaban mi pecho:
Ora al paso a los míos
Salían halagüeños;
Mi espíritu inundando
De celestial contento:
Ora en giro voluble
Se perdían traviesos
De mis fieles pupilas
Evitando el encuentro:
Ora hallarlas querían;
Y ora en lánguido fuego
Sobre mí se fijaban
Desmayados y tiernos.
Entonces ¡ay! entonces
Mi crédulo deseo
Ver pensó deslumbrado
Al niño Amor en ellos.
Y alentado del mismo.
Atrevido, sin seso,
Todo su numen quise
Trasladar a mi seno.
Empero mis amores
Donosa sonriendo
¡Ay! dijo: no en mis ojos
Está el Amor, oh necio,
Sino en mi boca: y blanda,
Los labios entreabiertos
De célica armonía
Llenó su voz el viento.
Yo al oírla encantado
Corrí loco a su encuentro:
Y hallé al fin venturoso
Al rapaz ceguezuelo.
Hallele de sus trinos
En el almo embeleso;
Y en sus purpúreos labios
Y aromático aliento.
Así feliz de entonces,
Cuando a Amor hallar quiero,
Corro a su amable boca
Y allí, allí le sorprendo.
Juan Meléndez Valdés