Cuando de mi camino atrás volviendo
miro, Señora, en mi preciso daño,
tal es mi pena y mi dolor tamaño
que me siento en angustias feneciendo.
Mas cuando vuelo a vos, alegre viendo
la dulce causa de mi dulce engaño,
luego en mi pecho siento un bien extraño
y con gusto mis males voy sufriendo.
Con vos se alivia mi dolor crecido
y en vos todo mi bien miro cifrado,
cuanto puedo esperar y cuanto espero;
y aunque ni el mal acaba ni el gemido,
me miro en la aflicción tan consolado
que no siento morir si por vos muero.
Juan Meléndez Valdés