CONO DE LUZ
«Who has my heart in jurisdiction»
Ezra Pound, Ballatetta
Canta Guadalupe, hasta hacer torcer el rumbo de los ánades
que nos devuelvan al sur.
A izquierda y derecha canta a la brisa en la hierba, en los juncos
y jarcias en las trombas del mar.
Canta, canta Guadalupe, la luz torciendo en tu ovillo
pelirrojo, y canta escala tras escala para que el pentagrama
ascienda a su nimbo, corola sosteniéndose encima de la
figura repantigada de un arcángel.
¿Ya terminaste de cantar en la cocina, la sal en su sitio, las
colmenas del salitre en las dunas oriundas del viejo
desierto del oriundo lugar; de las nubiles playas del
raudal sin contorno?
Siéntate a mi lado y canta y tuércete un poco que me gusta
mirarte cada vez que relumbras en la penumbra unos
instantes cercada por la lumbre de una vela encendida
en un cuadro que bien conocemos de Georges de La Tour
Haz de mí Guadalupe un poeta modernista con un quimono raído
de seda en alguna ciudad tropical, chisporroteo de una
oscura tela de pintor impresionista, o hazme escribir los
poemas de José Asunción Silva (sus sílabas trastabillando)
házmelos canturrear: acerca más tu perfil a mi cabeza,
intermitente cabeza de poemas y apacigua (ya) con tu voz,
sus escalas: que sea yo el repantigado arcángel de tu
asunción, coronada la cabeza de un halo de hormigas, una
a una la hoz indivisible las divida en dos y dividiéndolas me
lleve al desfiladero interminable de las hormigas camino
de sus hormigueros: no hay mies más verdadera, verdad,
Guadalupe?
Canta, canta encima de mi cabeza, y las tres notas que cantas
sean tres golpes de pecho a la hora de orar entre los
hormigueos de mi pantalón ajado: una vez más en esta
sala riamos tú y yo choteando al pobre Amado Nervo
lleno de gracia, como bien sabemos, para su desgracia: un
pretexto, verdad? Un pretexto como otro cualquiera para
que tú y yo de frente o perfil, de costado izquierdo o
derecho, y aun de espaldas, fulguremos otro momento más
entre las semifusas diáfanas, el crescendo jamás confuso o
el indiviso tiple de tu voz.
Ligereza, Guadalupe, ligereza y una cierta concisión, que la
canción culmina, la letra se difumina, y al ensamblarse a
la luz del crepúsculo (¿nuestro?) el Arcángel repantigado
que estaba adormecido por el efecto de tu canción, acaba
de sentarse tieso (está un poco furioso) y ya me mira
hosco desde su Trono oxidado, me obliga a derramar otro
signo ortográfico que (atenta) Guadalupe, tras un giro
será borra abrasada.
José Kozer