CANTO QUINTO
DESENCANTO
I
Mi sueño de oro
En noche ingrata,
¡Ay! fue del Plata
La libertad;
Y de mis ansias
El paraíso,
¡Ay! fue el hechizo
De la beldad.
II
Mas ay, mi patria
Recuerda apenas
Que entre cadenas
Su cuello está;
Y acostumbrada
La sien al yugo,
¡Ni a su verdugo
Maldice ya!
III
¡Mas ay, el astro
De mis amores
Sus resplandores
Oscureció;
Y entre las sombras
Del desencanto,
Mi postrer llanto
Se deslizó!
IV
El alma tibia,
Floja la mente
Indiferente
Muevo mi pie;
Que en lo más hondo
Del pecho mío,
Dejó un vacío
Mi yerta fe.
V
Cual verde rama
Que el viento quiebra
y en débil hebra
Cayendo está,
Así mi vida
Se tiene leve,
En soplo breve
Que vuela ya.
VI
Y no del Plata
La luna hermosa,
Dará en mi losa
Pálida luz;
Y no en mi pobre
Tumba extranjera
Habrá siquiera
Benigna cruz.
VII
Bello es el mundo,
Bello es el día,
Y al alma mía
La eternidad:
Alma que late
Desencantada,
En su rosada
Temprana edad.
*
Y el arpa del Peregrino
Enmudeció el desencanto,
Interrumpido su canto
Por un ¡ay! del corazón ....
Descansó el rostro en sus manos
y desagotado el seno,
Alzó la sien más sereno
y cantó en lúgubre son:
Canto sentido —del alma—
Imagen fiel y sombría
De la palidez del día
Que vio morir en el mar.
Canto del que todo ha visto
Desparecer paso a paso,
Como se ve en el ocaso
La lumbre crepuscular:
José Mármol