DE MI PREDIO
Las casitas de campo, las casitas
enjalbegadas, acurrucaditas
y risueñas.
Bajo los abanicos,
los grandes abanicos de palmeras,
pasan los mozos y las vivanderas
en un desfile manso de borricos...
El tren, en una quiebra
inesperada, por el verde llano
hace como una fuga de culebra...
Y a la rota penumbra de la parra
de fruto agraz —tan místico y profano—
gozo el paisaje...
Hoy duerme la cigarra,
la mariposa sale del gusano,
y fulguran los techos de pizarra
con el ocre bermejo del verano.
Luis Carlos López