VA CAYENDO LA NOCHE
Torva concavidad opalescente
de un cielo que hace recordar la orina
de los hipocondríacos. Lentamente
se apaga la retina
del sol, un sol ingente,
lacio y senil. El mar hoy no amotina
su carapacho: duerme mansamente
con pesadez de fofa gelatina.
Cierra la noche, fúnebre moldura,
la vesperal cisura.
Y a la mueca truncada
del faro —mueca que ilumina el cromo—,
tiembla el paisaje como
si lo rasgasen de una cuchillada...
Luis Carlos López