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EL SOLDADO Y EL CARRETERO

    Bueno es ser comedido, mas no tanto
Que raye la modestia en tontería.
      Fábula al canto.

    Ya no podía continuar su ruta,
Con la mochila y el fusil cargado,
      Pobre recluta.

    Viéndole un carretero muy bizarro
En tal angustia, «¡Militar!», —le dijo—,
      «Sube a mi carro».

    —«De perlas me vendría, que voy muerto;
Mas si a pagar el porte se me obliga...»
      —«¡Eh! No por cierto».

    —«Gracias. Bendigo al cielo, que me trajo
Tan buen padrino», —le responde, y monta
      No sin trabajo—.

    —«Ahora, bueno será dar un refuerzo
Al estómago», —dijo el trajinante—.
      —«No, yo no almuerzo».

    —«¡Eh! Nada de melindres y pamplinas.
La bota tengo llena, y en la alforja
      Pan y sardinas».

    Al fin, transido de hambre el buen soldado,
Aunque gravar temía su conciencia,
      Toma un bocado.

    Ya durmiendo, ya hablando al camarada,
Dejado había atrás el carretero
      Media jornada;

    Y todavía el mílite (¡da grima!)
No se había quitado la engorrosa
      Mole de encima.

    Ríe el otro y le dice: —«El sol escalda,
¡Y aún la ruda mochila, majadero,
      Veo en tu espalda!

    »Ya que me ahorro de pisar hormigas,
No es justo dar a la cansada mula
      Nuevas fatigas.

    »¿Y alivias por ventura su molestia?
De ti y del carro y todo el cargamento
      Tira la bestia.

    »No es tu propia carrera la castrense».
—«¿Pues cuál?» —«Hazte, ya que eres tan pacato,
      Fraile mostense».

autógrafo

Manuel Bretón de los Herreros


Fábulas IV

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