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EN EL ÁLBUM DE UNA ACTRIZ

  Niña que versos me pides
¿Quieres ser libre y feliz?
Pues ni en tu casa te olvides,
Niña, de que eres actriz.
  ¿No ves, graciosa sirena,
Cómo en comedias de amores
Lo que se llora en la escena
Se ríe entre bastidores?
  Tanto ve que son de cedro
Sus santos el sacristán,
Que ni le arroba san Pedro
Ni le edifica san Juan.
  ¿Sacas tú algún beneficio
Del que, obediente al poeta,
Te galantea de oficio
Con auxilio del consueta?
  Esos requiebros que ahora
Te prodiga tan humilde,
Oirá mañana Teodora
Y esotro día Matilde.
  Pues bien, linces no verán
La diferencia menor
Entre el actor que es galán.
Y el galán que no es actor.
  Lee si no, prenda amada,
Para ver en qué me fundo,
Mi comedia titulada
Todo es farsa en este mundo.
  «Guarda, niña, el corazón;
Castiga a tanto farsante
Con la pena del talión:
Farsa en ellos, ¡y adelante!
  Mas cuando a su labio inspires
Dulce, amoroso preludio,
Te aconsejo que los mires...
Como figuras de estudio;
  Que en baja clase y en alta
Actores  hay más de cuatro
Que darían quince y falta
A los héroes de teatro.
  Y con diferentes trajes
¡Cuántos en esta nación
Son cómicos personajes...,
Y no saben que lo son!
  Al que diga: soy tu esclavo;
¡Duélete de mí, cruel!...
¡Bravo, responde, archibravo!
¡Bien estudiaste el papel!
  ¡Ay!... ya entre ellos no me cuenta
De los jóvenes la parva.
Paso ya de los cuarenta,
Y más que galán ¡soy barba!
  Por ende, yo que no creo
Triunfar en tales empresas,
Sólo un amor te deseo;
El del arte que profesas.
  Acaso dirás que soy
El perro del hortelano;
Pero un consejo te doy
Que no puede ser más sano.
    Por esa cara hechicera,
Si el alma tienes artística,
¡Ay, no te cases siquiera
Hasta ser característica!
  No de Himeneo te ciña
El lazo; teme su culto;
Que sus consecuencias, niña,
Suelen ser de mucho bulto;
  Y es tarea del demonio
Involucrar cada día
La prosa del matrimonio
Con el estro de Talía.
    No a la púdica vestal.
Mártir y prez de su sexo,
Desmienta en hora fatal
Algún indicio convexo.
  No, mientras te hable de amor
Un supuesto Durandarte,
Tu esposo en un bastidor
Rabie de celos aparte.
  No hay inspiración ni genio
En actriz que alza la gaita
Y advierte desde el proscenio
Que su nene dice taita.
  Pero si el Dios de Pelayo
Decretó, niña donosa,
Que hagas de tu capa un sayo,
Sayo será y no otra cosa.
  La naturaleza manda
Más que Rojas y Terencio,
Y a voz tan dulce y tan blanda
¿Quién puede imponer silencio?
  Aunque linda y seductora,
Eres criatura humana,
Y tendrás tu cuarto de hora
Como toda fiel cristiana.

autógrafo

Manuel Bretón de los Herreros


Redondillas II

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