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LA CUARESMA

   ¿Quién eres, pálido espectro,
Que envuelto en negra bayeta
El magro adusto semblante
Con cárdena toca velas?
   ¿Eres acaso la sombra
De algún cuitado poeta,
O bien la angustiada efigie
De algún maestro de escuela?
   Mas ¿qué confuso trofeo
Tu trono lúgubre cerca
De gaitas y chirimías,
De dengues y castañuelas?
   Allí de una que era ayer
Sacerdotisa de Vesta
La túnica yace ajada
Y el casto velo por tierra.
   Podrá su blancura al lino
Restaurar la lavandera,
Mas ¿con qué jabón se lavan
Las culpas que me revela?
   ¡Ah! Si Madrid fuera Roma,
¡Cuántas vestales  cayeran
Al ancho foro rodando
Desde la roca Tarpeya!
   Allí el corpiño de pana,
Allí la alquilada trenza
Una pasiega  depuso
Y el guardapiés de estameña;
   Y es fama que por Otoño,
Si no hay un yerro de cuenta,
Ya podrá ejercer la industria
De que viven las pasiegas.
   Allí una bata descubro
Rasgada por embustera,
Allí el talle de Lisarda,
Allí el color de Filena.
   ¡Oh qué de guantes aquí
Que uñas rapaces cubrieran!
¡Oh cuántas caras allá
Que cayeron de vergüenza!
   ¡No más! Lívida fantasma,
Tú eres la triste Cuaresma
Del Carnaval fugitivo
Ceñuda enemiga eterna.
   Tú, que el regalado hojaldre
En duro abadejo truecas,
Y el ave tierna y sabrosa
En desaborida acelga,
   Y en desaliño la gala,
Y la alegría en tristeza,
Y en silencio sepulcral
La baraúnda y la gresca.
   Harto el pesar te denuncia
De tanta ya muda orquesta,
Y el luto de los fondistas,
Y el llanto de las prenderas.
   Colchas de filipichín,
Casacas de filoseda,
Volved al raído cofre
Y a la carcomida percha,
   Y con vosotras se encierren
Hasta el día de la feria
Tantos modernos pecados
Y tantas culpas añejas.
   ¡Oh! si un prodigio del cielo
De repente os diera lengua,
¡Cuánta opinión rodaría
Y cuánta virtud supuesta!
   Mas no: callad; que también
Su buena fama perdieran
Las que os venden y revenden,
Y os alquilan, y os empeñan;
   Y la malicia del vulgo
Diga lo que quiera de ellas,
Las prenderas siempre han sido
Mujeres de muchas prendas;
   Y donde se venden honras
En públicas almonedas
No es cosa del otro jueves
Que ropa usada se venda.
   Mas el Carnaval procaz
¿Acabose ya de veras?
¿No quedan ya por ventura
Carnes en Madrid tolendas?
   ¡Oh Miércoles penitente!
No lo creas, no lo creas.
Hay rostros que en todo el año
No se quitan la careta;
   Y tanto a fingir se inclina
La humana naturaleza,
Que de disfraz sirve a muchos
Hasta el cilicio que llevan.
   En las danzas, a lo menos,
Que el alegre Momo inventa
Contra astucias y maldades
Vivimos todos alerta.
   Caretas de tafetán
Sólo a un tonto se la pegan;
Mas de caretas de carne
¿Quién defiende a la inocencia?
   ¡Pobre mundo! ¡Pobre mundo!
La taciturna Cuaresma
El regocijo te roba...,
¡Y las máscaras te deja!

autógrafo

Manuel Bretón de los Herreros


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