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UNA CARTA PARA ANTONIO EN 4 TONOS

TONO II1

Domingo todo el año... Agua Clara, la niña
que yo no quise nunca que llegara a mujer
Aquel poco de aire que jugando conmigo
se acercaba a mi mesa, y de pronto, en mi piel
tiraba su sonrisa, lo mismo que de súbito
en la mesa de un pobre se tendiera un mantel.
Aquel chorrito claro de preguntas que siempre
—inútil como el día—, me dejaba caer,
como si de repente le dieran a la tarde
todo el amanecer.
Agua Clara, la niña que oyéndome estas cosas
igual que mi primera moneda en la alcancía,
para que no creciera de pensamiento y siempre
me lavara mi tacto con su voz, le decía:

Lloras un agua tan clara
que no parece dolor.
Hoy está triste tu cara.
Pero no tu corazón.

Agua Clara, la niña que oyéndome estas cosas
a mi edad se acercaba como un perro con sed.
Jugaba con mis manos como con sus muñecos.
Jugaba con las cosas más serias de Manuel.

Carne inútil, te asombra que algo mío galope
todavía en el palo de escoba de mi casa.
Míralo como salta, por todas partes pasa;
mi corazón, un niño que anda sin mi permiso,
contento como un río que no cabe en mi casa.

autógrafo

Manuel del Cabral


1 También titulado AGUA CLARA.


«Pedrada planetaria» (1958)
Dos recuerdos del futuro


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