LA PATRIA COMÚN
A JUAN CLÍMACO ORDÓÑEZ CARO
No cabe en sí el corazón.
Nada ve que le contente,
Gime en extraña región.
VILLANUEVA.
¡Clímaco! pues cruzaste
Tierras y mares, al humano ¿dónde
La dicha, di, se esconde?
¿O cuál cosa encontraste
Que a saciar nuestros deseos baste?
¡Ay! el oro motiva
Amargo insomnio: la mundana gloria
Aléjase ilusoria,
Como la onda que aviva
De Tántalo las ansias, fugitiva.
Solo la virtud santa,
Ceñida de modestos resplandores,
Disipa los temores,
Y de miseria tanta
Por muda senda el ánimo levanta.
¿Esta mansión no huellas
Triste y altivo, cuando hundido el coche
Del sol, cae la noche,
Y de sus luces bellas
Caminan coronadas las estrellas?
¿El ánima no sientes
Comprimida entre míseras prisiones,
Y en aquellas regiones
Eternas, refulgentes,
No piensas moran bienhadadas gentes?
Ese cielo, malgrado
El espacioso mar que nos separa,
El mismo es que en la clara
Noche mi fatigado
Ánimo baña de esplendor sagrado.
¡El mismo que ora admiro,
Que mis ojos y espíritu recrea,
Mientras lento voltea
En silencioso giro,
Y a do vuela temblando mi suspiro!
¡Presto el dichoso día
Sea, en que no ya eleve la mirada,
Sino que desatada
Vuele el ánima mía,
Rota cayendo la cadena impía!
¡Presto al par de la tuya,
Suba al seguro de inmortal sosiego,
Y abrirse a nuestro ruego
La puerta no rehúya,
Y a la patria común nos restituya!
Do no en sombras, no a tiento
Tras mi Señor y Redentor suspire,
Mas de lleno le mire,
Y en santo arrobamiento
Todo mi amor le entregue y pensamiento!...
No la razón alcanza
A comprender tan alta maravilla,
Y ante la fe se humilla:
¡La fe nos afianza
En brazos del amor y la esperanza!
Miguel Antonio Caro