A LA AMISTAD
Tú el sudor afanado,
Santa Amistad, al hombre peregrino
Secas; y aligerado
Por tu influjo divino,
Las miserias olvida del camino.
Quien tu favor recibe,
En otro y otro corazón se abriga,
Multiplicado vive,
Y la suerte enemiga
Burla o arrostra en poderosa liga.
Dios te bendice y ama
Por más que lazos al mortal prepares:
Buena como la llama
De modestos hogares,
Siempre tuviste adoración y altares.
Huelgan de adivinarse
Los que enriqueces con tus altos dones;
Cual brasas al juntarse,
Con mutuas relaciones
Arden más en virtud los corazones.
Cubra de blandas rosas
Y temple la divina Poesía
Las cuerdas no orgullosas
De la cítara mía;
Mas tú mis pasos generosa guía.
Mis hermanos presentes
Ampara, ¡oh madre! su vivir guardando;
¡Oh diosa! ¡a los ausentes
Llévame en sueño blando,
Sueño que nunca amargue despertando!
Si el objeto primero
Tú de mi culto y mis cantares fuiste,
En el trance postrero
¡Ay, a mi lecho asiste:
Después, de flores mi sepulcro viste!
Miguel Antonio Caro