EL INMORTAL
Esquema rítmico
ooó|ooó|o-oó|ooó|o
ooó|ooó|o-oó|ooó|o
oó|oó|oooó|o
oó|oó|oooó|o
Debelado guerrero, teñido con sangre,
en su lecho de llamas el Sol desfallece;
doncella púdica — la noche
en hosco velo se recata.
Se disipan las brumas, las nórdicas brumas;
remolinos de blancos, pentélicos bloques,
huyendo pasan al empuje
de mil telúricos gigantes.
Un lucero se inflama, responden mil astros;
con estrellas y lunas platican las olas;
fecundo, erótico suspiro
confunden el Cielo con la Tierra.
En el Éter resuena la astral armonía,
la que en órficos raptos Pitágoras oye;
y vibra el Cosmos, sacudido
por red eléctrica de nervios.
Agitando la brisa melódicas alas,
nos arrulla con suaves arrullos de nido;
las frentes roza con el roce
de blanda mano femenina.
Se sumergen los pechos, se abisman las almas,
en un algo de ignota, suprema dulzura;
el tibio aliento de los bosques
trasciende a néctar y ambrosía.
Un lejano concierto de liras eolias
embelesa los aires, suspende los ríos
¿En dónde suenan esas liras?
¿Presagian bienes a los hombres?
En el mar legendario de Ulises y Homero
a los hombres anuncian las liras eolias:
en Pan arcádico respira,
el Pan arcádico no muere.
Manuel González Prada