ROMANCE PARA OÍR A TRES CANTANTES ARGENTINOS
LARRALDE
Larralde me está sonando
como una lluvia en la arena
y su palabra desnuda
se desangra en una queja
El verso de su gauchaje
se ha convertido en bandera
y la voz de su verdad
en hueso de puño alerta
va rompiendo las vitrinas
donde se incuba la mierda
de los que pisan al hombre
con zapatos de promesas.
La guitarra de Larralde
padece de esquizofrenia,
no es una guitarra azul
para aplaudir en las fiestas,
es una guitarra roja
con las cuerdas de protesta
gritando por los que mueren
de rodillas en la tierra.
Larralde tiene una lágrima
sostenida en una cuerda
y su guitarra le sangra
cada vez que la golpean.
En mi casa tengo un hombre
con una guitarra alerta.
CAFRUNE
Siento caricias del aire
que Jorge Cafrune canta
con los poemas de piedra
del argentino Atahualpa.
Cafrune toca el dolor
de los hombres que trabajan
y el grito de rebeldía
en la voz de su guitarra.
Desde el aire del juguete
en recuerdo de su infancia
hasta el peón que revienta
para engordar otras panzas.
Así vive la poesía
desde el fondo de sus barbas
y su voz de alberca rota
ruge por la madrugada.
La altura del hombre macho
le sale de su garganta
y se hace miel su canción
cuando recuerda lą Pampa.
Siento caricias del aire
que Jorge Cafrune canta
ATAHUALPA
Tu voz de cáscara rota
golpeando la montaña
para que la roca grite
y la piedra disparada
rompa los escaparates
donde engorda la canalla.
No hay cárcel para encerrar
el poema que se escapa
como una arena encendida
del grito de tu garganta.
Estábamos en Otoño
en la Extremadura Baja
y tu voz rompió la niebla
y el sol era tu guitarra.
Tus cantos perdurarán
mientras existan los parias.
Manuel Pacheco