ABRIL FLORIDO
A mi hijo Alfonso
Vástago de mi estirpe acongojada,
que vienes hoy a continuar mi vida,
y a poner en mi ruta aridecida
tus frescores nacientes de alborada.
Eres mi sangre en flores transformada;
mi impureza en blancura convertida;
y eres mi alma infeliz y resentida,
en las más puras fuentes depurada.
Ya que el Señor —queriendo consolarme
de mi estéril vivir— dispuso darme
en tu cándido ser brote risueño,
crece, combate, vibra, ama, fulgura,
a ver si al fin, sobre la tierra impura
logro en ti coronar mi último sueño.
Miguel Rasch Isla