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LXXV
CIVILITAS

φθόνος δὲ ἀρχῆθεν ἐμφύεται ἀνθρώπῳ
HERÓDOTO III, 80 1

El pensamiento inicial es de Quevedo.

La envidia de morder nunca se sacia
pues no come; por eso es que no engorda,
y a la pobre alma a la que sola aborda
de puro soledad la pone lacia.

Mas si su hiel en muchedumbre vacia
de gratitud al llamamiento sorda
suele dejarla y la convierte en horda,
que ella es la madre de la democracia.

Fue su hijo Caín el que erigiera
primero la ciudad en que sustento
buscan los lacios, pues la envidia era,

es y será el más firme cimiento
de la hermandad civil, y ley primera;
¡del crimen fundador el testamento!

Salamanca, 19-X-1910.

autógrafo
Miguel de Unamuno


1 Heródoto dice que «la envidia ha nacido con el hombre desde un principio». Y tiene razón. De esto de la envidia sabían mucho los griegos, como buenos demócratas inventores del ostracismo. (Nota del Autor)


«Rosario de sonetos líricos» (1912)
En casa ya


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