CXI
MATAR EL TIEMPO
He sorbido tus lágrimas, princesa,
y en ellas el secreto de tu pecho,
mas no temas, lo juro por tu lecho,
no lo dirá mi lengua que fue presa
de tu boca. Soy fiel a mi promesa.
Cuando, mendigo, llegué a ti maltrecho
del ciclo amparo hallé bajo tu techo
y me pusiste junto a ti en la mesa.
No sólo en ella. Pero bien, señora,
por delgado que sea cada estambre
que traman la costumbre redentora,
esta es de nuestra vida la raigambre
y se come, fijando antes la hora,
más por matar el tiempo que no el hambre.
Salamanca, 1910.
Miguel de Unamuno