ESTE ETERNO TRASIEGO DE PRESENTE

¿Por qué no nacemos ya sabidos?
¿Qué aciago juego es éste
de llanto en llanto
y de guerra en guerra
refugiados todos tras el pacto
de la rutina exacta y deletérea?

¿Por qué no nacemos ya sabidos
en el amor,
en el cuidado exquisito hacia los otros,
una bondad que natural viniera
sin cálculos mentales de aprenderla
ni doctrinas asimilables por el juicio
a través del tiempo y la conciencia?

¿Qué va a librarnos de esta muerte
sino el saber crecerse
recorriendo este mínimo camino de fulgor
que mueve nuestros pasos por la tierra
para seguir siendo infinito
en este eterno trasiego de presente?

Quiere el mundo seguir siendo terrible
brutalidad impuesta tras los siglos,
la figurada paz no es más que acecho y centinela,
a torna punta los países se observan y recelan
mientras las fábricas de armas se optimizan
y se refuerzan ejércitos y empresas
para poder de pocos y desgracia ajena,
nada ha cambiado el hombre desde el génesis,
sólo la ciencia avanza y se celebra.

Quiere el incauto pensar que el mundo es recto,
que todo puede ser justo en esta trama:
Aparta el tenue orden dispuesto en el planeta
y todo el orbe se abrasa y desintegra,
nuestra historia grabada es el testigo,
usanza impuesta a la fuerza, ley que aplaca,
norma social y conducta que se acata,
frágil medida que apenas nos sustenta
en tanto se genera la próxima batalla.

Mas no es el hombre así, o al menos no era:
Nos introdujo un arcano en esta herencia,
en esta espesa cortina de dilema
fuente de todo mal y del confín
que sólo algunos vencen y superan.