RENACER BAJO UNA ENCINA
El arrullo de las sombras clandestinas
me reclama a cada paso silencioso
entre el mudo palpitar de las encinas
y el silente crepitar de su reposo.
Detenido junto al árbol milenario
que de tiempos ha forjado su madera
voy sudando las miserias que a diario
se me clavan en la piel a su manera.
Cadencioso te renuevas lentamente
remozando en nuevos brotes tus heridas
y las hojas ya doradas suavemente
se desploman de tus brazos ya vencidas.
La ventisca se ha parado entre tus ramas,
me ha dejado la desidia despeinada,
y mis penas arrojadas a las llamas
de hojarasca bajo el tronco derramada.
Vuelvo a ver el suspirar de los sentidos
entre el oro de la luz de la arboleda;
siento como mi calor ha renacido
cuando salgo nuevamente a la vereda.
Darío P. Carvajal