LA MUERTE
Llegó de puntillas.
Abrió la puerta
Y entró sin llamar.
De pie, la cara alta,
La sonrisa en los labios,
Esperaba un hombre.
¡Cuánto tiempo!
-dijo en voz alta-
oí tus pasos silenciosos
y supe que eras tu.
Ambos se sentaron
Sobre el frío suelo
Para charlar un momento.
No tenían mucho que decirse,
Pero el tiempo no importaba
Ahora que estaban juntos.
Es hora de emprender
El más largo camino.
Cogidos de la mano
Por el límpido cielo
Hacia ninguna parte.
Hubieran podido
Permanecer allí más tiempo.
Cuando llega la muerte
Cualquier lugar es bueno.
Pero prefieren ser delicados
No asustar a los vivos
Con la visión de lívidos
Cadáveres fuera de la tumba.
Charlando como amigos
Recorren viejas calles
Llenas de fantasmas vivos
Hasta llegar al cementerio:
Tan solo un lugar para el reposo.
El cogió una mustia flor
De una tumba olvidada.
Abandonó en un hoyo
Su viejo cuerpo cansado.
Y dijo: Estoy dispuesto.
Cogidos de la mano
Como dos enamorados
Se elevaron hacia el cielo.
El no tenía miedo:
La muerte era su amada.
León 19-1 2000
Ermantis