PIENSA UN SOLDADO DEL NORTE

Llega la citación. Debo partir
y explicarle a mi esposa, y a mi hijo
que la Patria —me lo repito fijo—
me envía ahora —no un hombre— a combatir

la “amenaza mundial”. La Patria, sí.
En 5, acaso 6 días sabré
usar las armas que me llevaré
a defender la Nación, y a mí.

Armas de destrucción mínima, o armas
de destrucción masiva, me da igual.
Hay que irse. Matar eventualmente.

Esto debería crearme alarma,
pero no: no hay nada más natural
que este juego en un país decadente.